Manipular o Manipular

artículo: «Manipular o Manipular»
autor: Salvador Solé Soriano

Con el advenimiento de la era digital y los programas para el tratamiento de imágenes, los foros fotográficos bullen de premisas sobre la pureza de la obra. En la cruzada por defender la fidelidad a la realidad parece que se olvida que toda obra es fruto de un trabajo y que todo trabajo manipula los materiales que le son propios. Cuando se trata de una obra creativa, además, la imaginación mete la cuchara con su infinita capacidad para interpretar, transformar y abstraer la realidad. Si la fotografía es una obra creativa… ¿A qué viene denostar la manipulación? La fotografía es manipulación como lo es a su modo la fontanería y si no puedes manipular no puedes obrar.

Cuando nos situamos ante el sujeto estamos escogiendo un ángulo y descartando todos los demás, que también conforman la realidad (manipulación del punto de vista). Cuando encuadramos, excluimos la mayor parte de la realidad del ámbito del encuadre para quedarnos con un fragmento determinado (manipulación del campo visual). Cuando disparamos, irremediablemente congelamos la acción (manipulación del continuumtemporal).

Cuando usamos un diafragma u otro, una u otra velocidad, estamos buscando un efecto que se ajuste a nuestra voluntad de expresar lo que vemos (manipulación de la apariencia del sujeto) y, en fin, lo que nunca hacemos es “presentar la realidad tal cual es”. No lo hacemos porque, entre otras cosas, no somos capaces de ver toda la realidad y además porque la realidad que conocemos es solo una realidad perceptual, aquella que nuestros receptores sensitivos codifican en señales que el cerebro interpreta siguiendo unos esquemas – ejecutando un hardware y un software, podríamos decir –  que son producto tanto de la selección natural (pez-reptil-mamífero-homínido) como de la “selección cultural” de una época y un lugar.

Dichas pautas cerebrales son las que crean nuestra percepción de la realidad, una percepción que será muy discutible para el ocelote, la abeja, e incluso el chopo, entes todos ellos capaces de percibir de un modo u otro el entorno y reaccionar en consecuencia. Aun si nos permitiéramos el imperialismo de creer que esas no son más que formas inferiores de vida, subsistiría el hecho de que representan procesos de perceptivos muy diferentes del nuestro y que, por mucho que creyéramos que éste es el “más completo”, otros no solo son posibles si no plenamente funcionales para sus poseedores.

Esta digresión sobre la relatividad del concepto de realidad me ha parecido conveniente para recordar que damos demasiadas cosas por sentado. Lo cual no significa que todo sea relativo y que en consecuencia toda manipulación sea honesta. Si no relativizamos la relatividad, esta no nos servirá de nada.

Regresando al tema principal, ahora que con un clic del botón izquierdo del ratón podemos convertir un rojo tristón en un rojo campeón, corregir la temperatura del color y perfilar el enfoque… ¿Cuáles son los límites? Queda una vez más planteado el milenario dilema de la libertad: ¿Todo lo posible es también legítimo? Ésta es una pregunta que se plantea (o que debería plantearse) en innumerables campos, desde lo comercial hasta el uso de las nuevas tecnologías pasando por el sexo. Y no, no hay una respuesta genérica. Al menos no la puede haber al primitivo estilo de los diez mandamientos: «No robarás», «No mezclarás la Nocilla y el caviar», «No forzarás la gama cromática». La respuesta que la libertad necesita acerca de cuales deberían ser sus límites no puede ser genérica, no puede ser impuesta por una autoridad indiscutible – que no existe – ni puede ser definitiva. Dicho lo que no puede ser, quizás convenga proponer qué es lo que sí podría ser.

Por lo tanto, si la respuesta sobre cuales deberían ser los límites de la libertad no puede ser genérica – si no puede existir un ley que sea valida para todos los casos – bien puede ser específica. Si no puede ser impuesta, quizás cabría consensuarla. Y si no puede ser definitiva, que sea transitoria.

Para que sea específica debemos concretar un tema; en este caso, la manipulación de la fotografía digital de pretensiones realistas. Para consensuar unas normas éticas sobre esta cuestión, lo mejor es que cada un@ presente sus propuestas y que los conceptos se vayan afinando mediante el debate de forma que surjan tendencias orientadoras. Mi aportación al respecto la plasmaré tras dejar claro que, en un ámbito tan dinámico y reciente como el de la fotografía digital, cualquier  afirmación se hará desde los conocimientos del momento y que nuevos descubrimientos pronto pueden introducir variaciones y matices; soy consciente de lo transitorio que es todo esto en lo tecnológico. Por eso, para dar una base de sentido común a mis propuestas, me oriento hacia recursos éticos conocidos desde antiguo y lo suficientemente flexibles como para usarse en plena explosión digital. Mi tesis postula que:

* Nadie desea ser engañad@; seducid@ sí, pero nunca estafad@.
* Para no engañar, ni siquiera involuntariamente, lo primero es no engañarse un@ mism@.
* Si a la honradez le asiste la inteligencia, ni la primera ni la segunda tienen porque estar reñidas con la creatividad.

Si aceptamos estas premisas, para obrar en consecuencia con ellas en la fotografía digital realista, lo que debo hacer es explicar no solo mis criterios si no también qué es lo que pienso que es lícito hacerle a ese tipo de fotos:

* Los RAWs me parecen descontrastados y descoloridos en un 25% respecto a lo que veía antes de disparar. Quizás mi cámara no sea Profesional, vale. Pero quizás la tuya tampoco.
* En consecuencia, mediante procesado en Photoshop, busco recuperar la imagen que decidí captar cuando hice la foto.
* Para ello no dudo en ajustar niveles, saturación, sombras y luces.
* No vacilo a la hora de mejorar la nitidez mediante la máscara de enfoque.
* A menudo “tampono” aquellos elementos indeseados que, de ser posible, hubiese evitado a la hora de apretar el obturador, léase; motas de polvo del sensor o porquerías que se adhieren al sujeto – o al encuadre – y que me estorban.
* Reencuadro a menudo para mejorar la composición inicial de la foto puesto que no siempre las circunstancias permiten una aproximación y un ángulo óptimo para obtener la imagen deseada.

Al realizar estos ajustes, insisto, hace falta estar atento y ser tan honesto como analítico para discernir entre seducción lícita y engaño tramposo.

Considero todas estas manipulaciones como parte integrante del procesado de las imágenes y, por lo que sé, no son nada que se salga de lo habitual. No debemos olvidar que las fotos que subimos a webs como FotoRed no se verán en la pantalla donde cada cual se esmeró en mantener los equilibrios y que ello puede pervertir las imágenes. Recordemos ese handicap cuando juzguemos las fotos del prójimo en nuestra pantalla.

Pero, para animar el artículo voy a montar, lo que llamo una «secuencia de ejemplos comentados» :

Ejemplo A: Esto es lo que sale en un RAW (cámara reflex de gama media). Quizás a alguien le pueda parecer bien esa pastelosidad taaan suave de los colores pero la verdad es que no era eso lo que yo estaba viendo. Aquí la cámara no captó lo real porque: 1: yo sobreexpuse con la intención de no perder demasiada información en las zonas de sombra (sin llegar a perderla en las zonas más claras) para luego poder procesarla con mayor margen y 2 : el RAW tiende a ser una versión «soft» en cuanto a cromatismo y contrastes.

 

Ejemplo B: Aquí he hecho un esfuerzo de memoria por reproducir lo que creo que realmente vi. La memoria no es de fiar pero el intento es honesto. Espero que la mayoría coincidáis conmigo en que ver esto estimula más ha hacer la foto que si lo que hubiese visto fuera el ejemplo A.
Ejemplo C: Pero yo hice la foto porque la impresión que recibí, lo que sentí al hallarme ante este paisaje y lo que deseo transmitir a quien vea la foto es esto; el ejemplo C. No, no esa la realidad exacta de mis ojos. El ejemplo C es la suma de lo que ví + lo que sentí + lo que quiero expresar sin salirme de aquello que considero real y creíble. Aquí ya entra en juego la visión particular y la seducción de la que hablaba más arriba. Aquí es donde trazo la línea de compromiso entre mostrar lo real y mostrar lo subjetivo. Otros la trazaran más arribo o más abajo, claro está.
Ejemplo D: Así que quizás alguien considere que este cuarto ejemplo es su expresión de la belleza espectacular de aquel paisaje. Mientras admita y advierta a su público que se se ha pasado tres pueblos (o al menos dos) de lo que era aquel atardecer, no podemos sentirnos estafados; nos parecerá excesivo o no tanto pero el que avisa no es traidor. Traidor es quien jura y perjura que aquello era así y que no ha cargado en nada la mano. Cabe una remota posibilidad de que los rojos estuvieran ya sobresaturados en las nubes pero difícilmente la neblina del valle (zona central de la foto) llegaría a asumir ese azulete. No obstante este tipo de fotografías pasadas de rosca son fáciles de hallar incluso en webs con prestigio y firmadas por respetables fotógrafos que a ver quien se atreve a contradecir. Aquí tenemos el dilema ético que es necesario resolver. Tal como decía más arriba: Si a la honradez le asiste la inteligencia, ni la primera ni la segunda tienen porque estar reñidas con la creatividad.
Ejemplo E: Sin embargo, cuando dejamos volar las ansias de asombro y color y, por ejemplo, hacemos uno de esos HDRs típicos que se ve a la legua que lo son, ya hemos superado el asunto peliagudo, todo el mundo entiende que quisimos hacer un cuadro a partir de una foto y, guste o no guste, no ha lugar a la estafa.
Podemos concluir que, cuando realizamos una versión en colores y contrastes artísticos, (solarizados, blanco y negro, HDRs fantasiosos, etc…) no se suscitan problemas éticos pues, si la manipulación es evidente (recomiendo mucho que, en estos casos, lo sea) ya se entiende como licencia creativa y los elementos de juicio serán otros. No obstante, terminaré recalcando que si no pudiésemos mostrar nuestras fotos tal como las vemos y/o las sentimos, la fotografía sería una frustración sistemática que nadie practicaría, salvo los peritos y los forenses. Por eso, volviendo a las razones expuestas más arriba, no entiendo qué es lo que significa, en términos de creatividad, «no manipular una imagen».

Bueno será que estas palabras mías se sometan a debate, pues es debate lo que necesitamos – que no disputas – para consensuar colectivamente la ética y sus gradaciones.

Salva Solé.

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